Una breve historia sobre las virtualidades afectivas
Es claro: el espacio-pantalla no existe sin las interacciones de sus usuarixs. Los primeros ciberespacios se ensamblaron a través de comunidades virtuales, puntos de paso para colecciones de creencias y prácticas comunes que unían a personas que estaban físicamente separadas. Las comunidades virtuales se sostienen a sí mismas haciendo circular estas prácticas. Para dar algunos ejemplos de cómo funciona esto, es importante contar la historia de las interfaces que han hilado nuestras virtualidades afectivas.
Existen cuatro episodios clave en esta historia. El comienzo de cada uno está anclado a un cambio en el carácter de la comunicación humana. Misma que, a lo largo de los años, está cada vez más mediada por la tecnología. Dado que el ritmo de cambio de la innovación tecnológica aumenta con el tiempo, las épocas más recientes son más cortas, pero en cada una de ellas se intercambia aproximadamente la misma cantidad de información.